La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad degenerativa y crónica de curso incierto. el diagnóstico y su evolución no solo tiene repercusiones físicas sobre la persona, sino también psicológicas y sociales.

Las situaciones a las que un enfermo de EM se enfrenta pueden ser duras y especialmente estresantes, como son padecer un brote, prepararse para nuevas condiciones de tratamiento, aceptar cambios definitivos en su cuerpo (pérdida de capacidades físicas y cognoscitivas), entre otras. La enfermedad entraña un sentimiento de pérdida de control.

El proceso adaptativo consiste precisamente en mantener cierta sensación de control ante una situación que se define como incontrolable. Ligado al control está la posibilidad de mejorar la calidad de vida, mantener la esperanza, la ilusión por las cosas y mantener la dignidad en esos casos en que la enfermedad está muy avanzada.

La EM es una enfermedad que no solo afecta al propio enfermo, sino también a su entorno social, laboral y muy especialmente a la familia. El tratamiento psicológico se llevará a cabo de manera individual, pero dada la afectación en el entorno es importante tener en cuenta un abordaje terapéutico sistémico con las parejas, familias o grupos de mayor vinculación.

Es posible combinar, en algunos casos y necesidades, el formato del tratamiento. Puede realizarse un tratamiento en grupo junto con sesiones de asistencia individual, solo llevarse a cabo sesiones grupales o según la necesidad realizar exclusivamente sesiones individualizadas.

La intervención también es variable según las necesidades personales del paciente, desde una o unas pocas sesiones (situaciones de crisis, asesoramiento, psicoeducación) hasta varios años.

Tras una exhaustiva evaluación se marcará el número de sesiones a llevar a cabo. Estas dependerán de la afectación de la enfermedad y el grado de intensidad del mismo así como la vivencia de la afectación ya sea física o emocional.